Una de las consultas que más nos hacen en la agrupación astronómica a la que pertenecemos (la Sociedad Astronómica Granadina) es la de qué telescopio comprar para iniciarse. Y no es una pregunta trivial, ya que el abanico de combinaciones posibles (tipo de montura, óptica, tamaño, presupuesto...) hace que finalmente nos encontremos con casi una decena de posibles opciones (¡si no más!).
El problema, es que muchas veces ni siquiera se sabe que existen tantos tipos de telescopios, y más aún si se acude a un centro comercial no especializado, en el que solo tendrán 4 o 5 modelos como mucho, pero todos bastante similares y básicos. Y ya no hablemos de jugueterías... Los telescopios no son juguetes. Incluso si es para regalar a un niño, huya de este tipo de cacharros, ya que cualquier prismático del mismo precio aportará unas vistas mucho mejores y muchas menos frustraciones.
Para tener claro qué telescopio nos conviene más, primero necesitaremos saber algo a cerca de sus componentes, para poder orientar nuestra compra hacia unos u otros en función de nuestros intereses o necesidades. En términos generales un telescopio se compone de dos elementos: el tubo óptico, y la montura (con su trípode).
LA MONTURA
La montura, es de especial importancia ya que es el que aporta estabilidad y precisión al tubo, pero rara vez se le presta la atención que merece... no ya solo por el cliente, si no por los mimos fabricantes/vendedores que para abaratar el conjunto en algunos casos sobrecargan de más las monturas con tubos demasiado pesados a los que luego es difícil sacarles todo el partido que tendrían si los colocaran en una montura adecuada.
Existen dos categorías: altacimutales y ecuatoriales. La diferencia está en el movimiento de sus ejes. En las primeras los movimientos para seguir al objeto se realizan de arriba/abajo e izquierda/derecha, mientras que en las segundas, uno de sus ejes (ascensión recta) no apunta al cenit como en las altacimutales, si no al polo (norte) celeste, provocando que sus movimientos sean más "en arco".
Ventajas de las altacimutales:
Sencillas de utilizar: no requieren apenas puesta en estación (alinear de sus ejes cada vez que se monten) y son muy intuitivas de desplazar a la hora de buscar objetos a ojo por el cielo.
Inconvenientes de las altacimutales:
Su seguimiento (capacidad de mantener el objeto en el campo de visión) no es tan preciso como el de las ecuatoriales.
Ventajas de las ecuatoriales:
Pueden efectuar un seguimiento más preciso. Esto es especialmente deseable si se quiere hacer astrofotografía.
Inconvenientes de las ecuatoriales:
No son tan intuitivas de usar. Requiere más práctica hacerse con el movimiento de sus ejes, tanto para ponerla en estación (a la polar) como para buscar los objetos en el cielo.
Ambos tipos de monturas pueden estar computerizadas (lo que se conoce como "GOTO"), lo cual aporta ciertas ventajas: a parte de buscar de forma automática los objetos en el cielo, también los va siguiendo. Ésto hace que parte de los inconvenientes mencionados anteriormente (seguir los objetos en las monturas altacimutales y buscarlos en las ecuatoriales) se disipen en gran medida. ¿Inconvenientes? Pues dejando al margen el obvio sobrecoste, probablemente no tengan ninguno, pero por mencionar algo, quizá pierde un poco el encanto de buscar uno mismo los objetos y aprenderse el cielo.
TUBO ÓPTICO
La función del tubo óptico es magnificar los objetos para mostrar más detalle (como la luna o planetas), y también la de recoger toda la luz posible para ver objetos débiles (como galaxias y nebulosas).
Para ambas cosas se necesita lo mismo: ABERTURA, que no es otra cosa que "lo gordo" que es el tubo (bueno en este caso, la lente o espejo primario que colecta la luz). Lo he querido poner en mayúsculas porque es un término que lo merece. A veces se tiende a pensar que un telescopio largo es mejor (o aporta más aumentos), pero no es del todo correcto. Cualquier telescopio puede llegar a 1.000x, o 10.000x (como pone en las cajas de los telescopios de las jugueterías). Pero, ¿qué tiene esto de cierto? Para tener más aumentos, basta con hacer más "largo" el telescopio (aumentar su distancia focal), provocando que para un mismo ocular (o cámara), se obtenga una mayor ampliación. Esto se consigue o bien haciendo físicamente más largo el tubo, o bien jugándo con elementos ópticos. Pero... ¡tachán! ¡Hay un límite! Que viene dado por la abertura (normalmente suele ser de el doble, es decir, un telescopio de unos 150mm de abertura puede llegar a alrededor de 300 aumentos). Para que nos hagamos una idea, la abertura es como los megapixels: a más tiene, más zoom podemos hacer sin que pierda calidad. Con un telescopio de 60mm de abertura, también podemos llegar a 300x pero tendremos una imagen tan borrosa que no será muy agradable el contemplarla (por no hablar de la pupila de salida, que es el cono de luz que sale del ocular, que en este caso sería demasiado pequeño también). A parte, a más abertura, más fotones recoge, cual cubo bajo la lluvia recogiendo gotas de agua), permitiendo concentrar más luz de objetos débiles sobre nuestro ojo para verlos mejor.
Los tubos los podemos agrupar en tres: categorías refractores (lentes), reflectores (espejos) y catadióptricos (que vienen a ser reflectores que incluyen lentes).
Los, primeros, los refractores o galileanos, son los típicos que se ven en los dormitorios de películas (americanas). Entre sus ventajas: imágenes muy nítidas y contrastadas, sobre todo de la luna y planetas, y requieren poco o nada de mantenimiento. Su único inconveniente, el precio, ya que para que las imágenes no tengan lo que se llama aberración cromática (colores rojo y azul desenfocados provocando un halo morado que degrada la imagen), las lentes han de ser de una gran calidad que es lo que dispara su precio... Esto se agrava a mayor es la abertura, por lo que encontrar telescopios refractores de calidad (apocromáticos) de más de 100mm de abertura requiere cierto desembolso. Éste efecto cromático indeseado puede reducirse también haciendo el tubo más largo (es decir, aumentando su distancia focal), pero acabaríamos teniendo telescopios de varios metros, lo que los haría poco manejables). Por eso es por lo que estos tubos suelen ser estrechitos y alargados, pero como ya hemos mencionado, no es precisamente la combinación más potente para observar el cielo (por su comedida abertura).
Los segundos, reflectores o newtonianos son la mejor apuesta para tener la máxima abertura por el mínimo precio, ya que fabricar espejos grandes es mucho más barato que fabricar lentes grandes. Su inconveniente es el mantenimiento, ya que para poder disfrutar siempre de una imagen nítida, requieren que periódicamente se ajusten sus espejos (lo que se conoce por colimación), que no es una tarea muy complicada una vez se le ha cogido práctica (usando un láser por ejemplo).
Y los terceros, los catadióptricos, tienen más o menos las ventajas de ambos: buena calidad óptica, poco mantenimiento, precio mucho menor que un refractor de similar abertura (pero mayor de que el de un newton), poco mantenimiento y encima un volumen muy contenido. No es de extrañar que sean de los tubos más populares entre los aficionados avanzados.
Llegados a este punto ya tenemos una idea general de qué nos ofrece cada tipo de montura y tubo por lo que llega el momento de decidir qué combinación elegir. Ésto dependerá de nuestros intereses, movilidad y presupuesto básicamente por lo que expondremos lo que en nuestra opinión serían unas elecciones razonables, manteniendo al mínimo el presupuesto ya que se entiende que sería un primer telescopio de iniciación:
- Quiero un telescopio básico y sencillo para observar la luna y planetas desde mi terraza
Refractor de unos 80mm a 100mm de abertura con montura azimutal: Sencillo de montar, manejar y mantener (250€ aproximadamente, ejemplo: Telescopio Meade AC 90/600 StarPro AZ)
- Quiero un telescopio para salir al campo a observar, quiero ver planetas, galaxias, nebulosas...
Lo ideal es tener al menos 200mm de abertura para estos fines (si tiene más, ¡mejor!), por lo que lo recomendable es un newton altacimutal. Concretamente uno de tipo dobson, el en que la montura de este tipo le ofrece mucha estabilidad y facilidad de manejo (400€ aproximadamente, ejemplo: Dobson 8" Skywatcher 203/1200)
(Si el presupuesto no fuera un problema recomendamos encarecidamente la versión de 300mm colapsable).
- Quiero un telescopio para salir al campo a observar pero que no sea muy voluminoso y además me busque y siga automáticamente los objetos
Pequeño catadióptrico (de tipo Maksutov) computerizado (GOTO): combina portabilidad y calidad de imagen sin apenas mantenimiento (600€ aproximadamente, ejemplo: Celestron Nexstar 127 slt)
(Al tener una focal relativamente larga, recomendamos también adquirir un ocular de gran campo, como por ejemplo un Ploss de 32mm)
- Quiero un telescopio exclusivamente para fotografíar el cielo
Refractor apocromático sobre montura ecuatorial: Gran calidad de imagen y seguimiento preciso para astrofotografía (1.400€ aproximadamente, ejemplo Skywatcher ED80 HEQ5 GoTo)
- Quiero un telescopio para todo: visual, fotografía, ideal para ver planetas, cielo profundo, transportable y que busque solo los objetos
Catadióptrico tipo Schmidt-Cassegrain de 200mm: un todo-terreno que ofrecerá diversión por años (2.000€ aproximadamente, ejemplo: Celestron AVX 8S)
- Quiero un telescopio para todo: visual, fotografía, válido para ver planetas, cielo profundo, transportable y que busque solo los objetos (pero más económico):
Newton de 6" sobre montura ecuatorial EQ5: telescopio que hasta cierto punto, permite tanto astronomía visual como fotografía, a un coste mínimo (1.100€ aproximadamente, ejemplo: Skywatcher 150/750 PDS EQ5 Pro SynScan GoTo). Cabe mencionar que además tiene una relación focal rápida, F/5, que siempre es un plus en astrofotografía.
Éstas son solo algunas sugerencias desde nuestra experiencia, y no obstante, aún hay más combinaciones interesantes, pero con las aquí expuestas, al menos ya es posible hacerse una idea preliminar sobre el tema. Este esquema a modo de resumen también puede ser orientativo:
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